Cuando Amber Cavarlez estaba en el instituto y su madre murió de cáncer de colon, ella y su familia católica filipina iban a la iglesia y encendían velas todos los días. Pero, dice, "después de que falleciera, no se dijo nada al respecto. Nadie hablaba de ello".
En su casa, dice, la tristeza era un "tema invisible". Y cuando lloraba en el colegio y buscaba ayuda, recibía un mensaje anónimo a través de Facebook que decía: "No llores en el colegio porque a nadie le importa".
